Cuando uno va a comprarse pantalones los elige bien, se los prueba, mira el tipo de bolsillos que tienen, si le tira de la entrepierna o si le marca el culo de una forma que no le gusta. Mira el precio a pagar, la marca, el color, la textura y lo bien que le sientan según su figura. Cuando elegimos políticos no lo hacemos con tanto cuidado.
Curiosamente con un político le miramos el color, la textura y poco más. No miramos el tipo de bolsillo ni su profundidad, si nos va a tirar de la zona escrotal o no, si los botones o cremallera son los que esperamos para saber gobernar bien la forma y las necesidades. ¿Cada cuanto necesitamos a un político para que nos baje la cremallera?
La duración de un pantalón y de un político puede ser la misma, excepto que se nos rompa de un enganchón. Así que tal vez, a lo mejor, deberíamos probarnos antes al político, para ver si nos sienta bien o mal. Y devolverlo si al llegar a casa vemos que nos aprieta mucho de cintura.