Hoy la ciudad es un negocio más, una serie de espacios agrupados y juntos donde algunos controladores de las economías quieren hacer negocios para obtener beneficios privados. Y eso supone por su parte aprender a incidir, a espaciar, a llevar gente a los espacios, a mover servicios y a instalarlos en los lugares a donde llevan antes a la gente.
Un trabajo que muchas veces no es controlado desde los ayuntamientos, que siempre creen que la influencia privada es buena para las ciudades. Y siéndolo, no debería ser una actividad con tan poco control. Se da el caso de crear un Gran Centro Comercial en las afueras de una ciudad y exigir al Ayuntamiento que se ponga servicio público de transporte de viajeros.
Es curioso y permitido, que las grandes empresas hagan enormes negocios levantando grandes edificios de diversa rentabilidad, y no se les exige mucho más, para que sus alrededores tengan unas inversiones privadas en espacios públicos que garantice la amabilidad urbana, el servicio común.
Los permisos urbanos garantizan una pequeñas reversiones a los Ayuntamientos, pero nada más. Se acogen los inversores a las leyes urbanas de cada momento, pero no se les obliga a crear y mantener espacios de su entorno. Sean zonas verdes, espacios públicos para la cultura o el deporte, locales para la participación, etc. Lugares comunes que deberían ser parte de la inversión empresarial que se realiza dentro de la ciudad para hacer negocios con el urbanismo.
Es mucho más normal que se creen de forma aleatoria espacios de uso común en descampados que rodean los barrios, impulsados desde los vecinos, y que al poco tiempo se quieran convertir en espacios públicos impulsados desde los Ayuntamientos, exigidos por los vecinos. Pero lo curioso es que en medio de estos tiempos de lucha vecinal por mejorar sus entornos, grandes constructoras edifican barrios enteros, diseñan zonas urbanas, publicitan incluso los servicios que van a realizar los Ayuntamientos tras la presión vecinal, pero no participan con sus beneficios en su construcción y mucho menos en su mantenimiento.
Cuanto más grande y rentable sea un gran edificio de diseño moderno, más presión vecinal recibirán los ayuntamientos para que edifiquen espacios públicos acorde a los edificios de diseño construidos a su alrededor. Nunca sabemos si son movimientos libres, impulsados libremente por los vecinos y acordes a su inversión personal o incluso movimientos manipulados por los dueños de los terrenos vacíos de su alrededor.
Los espacios comunes alrededor de esas grandes inversiones privadas, son espacios públicos, pero se deberían construir con exigencias de participación en su mantenimiento o construcción, a las empresas privadas que hacen su negocio al presentar esos espacios como parte de la calidad de la zona, del entorno.
Es curioso y permitido, que las grandes empresas hagan enormes negocios levantando grandes edificios de diversa rentabilidad, y no se les exige mucho más, para que sus alrededores tengan unas inversiones privadas en espacios públicos que garantice la amabilidad urbana, el servicio común.
Los permisos urbanos garantizan una pequeñas reversiones a los Ayuntamientos, pero nada más. Se acogen los inversores a las leyes urbanas de cada momento, pero no se les obliga a crear y mantener espacios de su entorno. Sean zonas verdes, espacios públicos para la cultura o el deporte, locales para la participación, etc. Lugares comunes que deberían ser parte de la inversión empresarial que se realiza dentro de la ciudad para hacer negocios con el urbanismo.
Es mucho más normal que se creen de forma aleatoria espacios de uso común en descampados que rodean los barrios, impulsados desde los vecinos, y que al poco tiempo se quieran convertir en espacios públicos impulsados desde los Ayuntamientos, exigidos por los vecinos. Pero lo curioso es que en medio de estos tiempos de lucha vecinal por mejorar sus entornos, grandes constructoras edifican barrios enteros, diseñan zonas urbanas, publicitan incluso los servicios que van a realizar los Ayuntamientos tras la presión vecinal, pero no participan con sus beneficios en su construcción y mucho menos en su mantenimiento.
Cuanto más grande y rentable sea un gran edificio de diseño moderno, más presión vecinal recibirán los ayuntamientos para que edifiquen espacios públicos acorde a los edificios de diseño construidos a su alrededor. Nunca sabemos si son movimientos libres, impulsados libremente por los vecinos y acordes a su inversión personal o incluso movimientos manipulados por los dueños de los terrenos vacíos de su alrededor.
Los espacios comunes alrededor de esas grandes inversiones privadas, son espacios públicos, pero se deberían construir con exigencias de participación en su mantenimiento o construcción, a las empresas privadas que hacen su negocio al presentar esos espacios como parte de la calidad de la zona, del entorno.