Estos clásicos “potreros” deportivos que deberían estar en todos los parques de barrio, pues ayudan a que el deporte sea más simple y a la convivencia entre vecinos jóvenes. Hay que dar alternativas al ocio de los jóvenes, posibilidades cerca de sus casas, para que ellos elijan libremente qué desean hacer. Son espacios que se pueden convertir en zonas de reuniones, de convivencia, de intercambio.
Zonas libres en muchos casos de un control excesivo, para que sean utilizados los espacios con un grado de libertad suficiente. Pero no construidas tampoco en lugares ajenos al control exterior pasivo, pues entonces podrían convertirse en zonas exclusivas para “los más fuertes”.