2.6.18

Consejos idiotas para Pedro Sánchez y el PSOE

Si algo va a caracterizar el nuevo gobierno de Pedro Sánchez tiene que ser por obligación de funcionamiento, el equipo duro y fiel que le tenga que acompañar en esta muy compleja andadura de nadie sabe cuantos meses. España se lo merece, la izquierda moribunda se lo merece, yo me alegro profundamente pues puede suponer el renacer de las ideas y de los trabajos pensando en la sociedad.

El PSOE tras atravesar un desierto largo y complicado, sin casi oasis con los que llevarse a la boca un poco de agua, va a cambiar las arenas por las piedras. Y lo saben bien, y están preparados para ello. En eso España no debe preocuparse, saben donde se han metido. ¿Será suficiente con saberlo?

Pues sin duda los palos en las ruedas se los van a intentar colar tras cada paso. Y aun con 180 votos en el Congreso apoyando su investidura les van a recordar que son unos llegados administrativamente, y no tras las urnas. No deben hacer caso a los cantos agridulces, menos todavía a las Redes Avinagradas, y van a necesitar como agua de mayo un medio de comunicación que les sea favorable. Y no será fácil.

El trabajo es mucho, tanto que en el camino se van a quedar muchas expectativas sin poder cumplir. Y deberían explicarlo para que el desencanto sea al menos un desencanto informado. Deben cambiar profundamente la forma de comunicarse con la sociedad desde el Gobierno. Las formas y los fondos. Y a falta de nuevas Leyes, cambios profundos en las viejas, deben sin duda nombrar a personas afines en los puestos más importantes del Estado, en los fáciles de nombrar y también en los más difíciles.


Que tengan pocos meses para demostrar de lo que son capaces es positivo para España. Se van a equivocar en algunas decisiones, pero tienen la obligación de acertar en muchas otras, y lo saben. Van a tener que ser osados sin romper los envoltorios, un trabajo casi de magos del escapismo, pero no hay otra. Se puede, y por ello deben intentarlo.

Lo peor que les puede suceder es que pasen desapercibidos, que sea un periodo gris y apagado, que desactiven las necesidades sociales. No me importan tanto las estadísticas o los gráficos como las sensaciones, las capacidades, cambiar el pesimismo por el optimismo y cambiar la sonrisa de los ministros por la seriedad de quien está trabajando duro. Se puede ser optimista, sin poner cara falsa de sonriente amigo de los niños.