Han pasado siete años del 15 de mayo, aquel 15M del 2011 que nos marcó y cambió la vida. ¿De verdad? Efectivamente, hoy, siete años después…, estamos bastante peor y la indignación ya no existe. No estamos indignados. El técnico de laboratorio que ha sabido gestionar la indignidad para transformarla en desencanto, además modificando todo para que sea peor…, es para darle un gran premio.
El 15M de 2011 creíamos todxs que aquello era imparable, que era el principio del cambio y que nuestra fuerza era la razón. Yo estuve en Sol. Pero ojo, hay que aclararlo, estuve durmiendo en un hostal que es tanto como NO estar en Sol. Aquel fenómeno social me interesó desde el primer día, creí que iba a suponer el inicio de algo grande. Y efectivamente, no me equivocaba.
El 15M supuso al final una la patada en los bemoles a toda la indignación, pero desde la inteligencia social del que sabe manipular los procesos para convertirlos en digeribles. Cuando llevaba una semana me di cuenta que aquello no iba a ningún sitio y así lo intenté explicar. Todavía se pueden encontrar artículos míos de aquellos meses.
Decía y escribía en este mismo blog aquel mayo de 2011 —y que sigo suscribiendo, lo cual es un lujo, siete años después— …,:
Futuro de la acampada en las plazas de España. Sobre todo inteligencia política. Tras estar varios días viendo como funciona la acampada de indignados en Sol, creo que lo mejor que podrían hacer mañana sería cesar la acampada, desmontar todo lo que hay en Sol para dejar bien alto el listón de sus actos y seguir convocando asambleas semanales al menos en el mismo lugar. Una acampada indefinida pierde fuerza, hay que dosificar las fuerzas y las decisiones. Es mucho lo logrado…, para olvidarse que queda mucho más por hacer.