Somos incapaces de movilizar a la sociedad, de ofrecer unidad, de plantear alternativas creíbles, de posicionarnos ante los problemas reales de la sociedad de la calle. Pero a cambio nos creemos imprescindibles, puros, de conocer la calle, de estar en ella y con ella, de tener soluciones para todo.
Somos tan necesarios, y lo digo de veras, que deberíamos dimitir todos nosotros, para que de verdad llegue una izquierda capaz. Nosotros no lo somos pero estamos ocupando un espacio necesario. Reconozcamos de una vez nuestra inutilidad y dejemos paso o a la nada o a otra izquierda. Todo el conjunto de la actual izquierda somos parecidos. Nos han vencido de la peor manera posible, convenciendonos de que vamos ganando al tiempo.
Hemos perdido en todas las batallas: laboral, pensiones, sanidad y educación pública, libertad de opinión, territorialidad, reformas del Sistema y del Estado, adaptación de la Constitución, política exterior, pacifismo, justicia politizada, medios de comunicación libres, políticas de igualad o de derechos sociales, europeismo, control social de la globalización o creación de una globalización "buena", ecologismo y sostenibilidad, etc.