9.4.18

Nací muerto, pero enseguida me sobrepuse

Tal día como ayer hace 62 años nací muerto. Son de esas cosas que se quedan grabadas para siempre. Aunque seas muy pequeño. Nací en el Boterón que entonces era un barrio de Zaragoza. La comadrona después de hincharse a darme hostias para que llorara y en vista de su poco éxito me tiró contra una esquina de la cama y se puso atender a mi madre, que sangraba como un tocino.

Creo que no tardé mucho en darme cuenta que o reaccionaba por mí mismo o aquello se estaba acabando antes de empezar. Así que me puse borde y empecé a gritar. Funcionó bien.

Aprendí dos cosas fundamentales.
Que hay que saber defenderse a sí mismo dentro de la soledad en que te quedas a veces. Y que o eres tú quien te saca las castañas del fuego en los momentos clave o vas jodido. Es decir, dos cosas en una.

Sigo llorando muchas veces, pero sin gritar. Y sé que el día que yo me falle, tal solo estarán al lado unas pocas personas muy elegidas. Así que hay que molestarlas poco y solo a modo de seguro. También aprendí que la soledad es jodida y que a veces hay que ayudar a los que se quedan abandonados y no saben llorar con fuerza. A veces es tan simple como enseñarles a gritar con más fuerza. Pero esto no quiero decirlo.