Estos barrios que crecen sin control se forman en terrenos baldíos de las afueras de las grandes ciudades y no cuentan con ningún tipo de servicio básico, como agua potable, electricidad, servicios sanitarios o recogida de basuras. por ello la acumulación de basura y la ausencia de aseos o letrinas convierte a estos barrios en peligrosos focos de cultivo de muy diversas enfermedades. Los voluntarios que entran para ayudar son auténticos héroes sociales.
El abandono escolar, la falta de integración social al no ser admitidos sus habitantes por el resto de la población, la malnutrición o el alcoholismo, convierten a estos lugares en muy peligrosos pues sus habitantes necesitan sobrevivir como sea. Peligros y violencias que se dan principalmente dentro de los propios barrios, contra los más débiles, contra las mujeres, pues el alcohol fabricado de forma casera es una constante que se une a la falta de formación social, ocupación y trabajo.
Son además viviendas construidas con materiales de desecho, incapaces de garantizar seguridad o una temperatura lógica en su interior, en zonas que no sirven para asentar una ciudad, orillas de ríos o de líneas de trenes, montañas en fuertes cuestas, zonas inundables, etc.
Se calcula que unos 1.000 millones de personas en el mundo vive en 2018 dentro de estos barrios inhumanos.
En Mumbai (India), hay un “slum” con una población entre 600,000 y un millón de personas. En Kibera, un suburbios de Nairobi (Kenia) viven entre 700.000 y un millón de personas con solo 50 aseos públicos por los que hay que pagar para usarlo. En Río de Janeiro (Brasil) se calcula que hay unas 300 zonas de favelas diferentes, mucho más pequeñas de tamaño que los slum africanos o asiáticos. Una cantidad que ya se ha duplicado. Pero asentamientos ilegales de tamaño pequeño o mediano hay en todas las ciudades europeas. En todas.
Es verdad que la sociedad mundial —más en las ciudades que lo sufren con dureza— están tomando medidas para resolver estos problemas. Y que en este siglo ha bajado el porcentaje de habitantes de estas ciudades que viven en los barrios marginales. Pero no ha bajado el número final de personas, pues son ciudades que crecen de forma descontrolada. Y las inmigración lleva a los nuevos habitantes a ocupar los slum y las infraviviendas que se van quedando vacías.
Mientras 8 personas en este mundo actual tengan la misma riqueza que 3.600.000.000 de personas, no tenemos solución. ¿No sería lógico por el mantenimiento de la sociedad actual, trabajar mucho más por la dignidad de estos millones de personas? Pero por puro egoísmo social, para evitar males mayores.
En Mumbai (India), hay un “slum” con una población entre 600,000 y un millón de personas. En Kibera, un suburbios de Nairobi (Kenia) viven entre 700.000 y un millón de personas con solo 50 aseos públicos por los que hay que pagar para usarlo. En Río de Janeiro (Brasil) se calcula que hay unas 300 zonas de favelas diferentes, mucho más pequeñas de tamaño que los slum africanos o asiáticos. Una cantidad que ya se ha duplicado. Pero asentamientos ilegales de tamaño pequeño o mediano hay en todas las ciudades europeas. En todas.
Es verdad que la sociedad mundial —más en las ciudades que lo sufren con dureza— están tomando medidas para resolver estos problemas. Y que en este siglo ha bajado el porcentaje de habitantes de estas ciudades que viven en los barrios marginales. Pero no ha bajado el número final de personas, pues son ciudades que crecen de forma descontrolada. Y las inmigración lleva a los nuevos habitantes a ocupar los slum y las infraviviendas que se van quedando vacías.
Mientras 8 personas en este mundo actual tengan la misma riqueza que 3.600.000.000 de personas, no tenemos solución. ¿No sería lógico por el mantenimiento de la sociedad actual, trabajar mucho más por la dignidad de estos millones de personas? Pero por puro egoísmo social, para evitar males mayores.