Buscan objetos que tengan algún valor en un barranco de más de 300 metros de profundidad a donde van a parar por un lado los desperdicios de las basuras de la ciudad de Guatemala y por otro el desagüe de las aguas fétidas, que se ve al fondo de las imágenes, desde el alcantarillado, a donde curiosamente también llegan algunos objetos de valor.
Allí pueden encontrar metales u objetos que luego pueden vender para ganarse hasta unos 20 dólares al cambio, que es más del doble que su salario mínimo. Son decenas las personas que todos los días acuden a este lugar a ganarse la vida. Es otra manera de ser muy pobres, de vivir de su destino.
Se les llama a los guajeros que allí acuden “separadores de basura”, y son familias que viven en colonias cercanas al basurero, entre callejones estrechos, casas de lámina y lazos de ropa colgados entre casa y casa. Estos trabajadores, indignamente pobres en un país de muchos pobres, deberían tener prohibida la entrada a su trabajo y que fuera el Ayuntamiento o la Comunidad quien realizara en condiciones técnicas dignas la separación y reciclaje de las basuras.
En el basurero, a diario ingresan 550 camiones recolectores con 3.250 toneladas de desechos. El ayuntamiento de la ciudad de Guatemala y sus localidades cercanas estimas que los porcentajes de basura que llevan al lugar están distribuidos de la siguiente manera: un 3% de tela, un 5% de aluminio, otro 5% de madera, un 4% de vidrio, un 6% de plástico, casi un 11% de papel y cartón (el material más reciclable que produce el Relleno), y 68% de desechos orgánicos. Estas imágenes son una muestra clara de que no se debe mantener el vertedero como está.