Con las irresponsabilidades de Cataluña estamos sufriendo el olvido de muchos otros temas que afectan y mucho a la sociedad española. Se trata sobre todo de que vuelva el sentido común a las dos partes sociales que sumadas no son el todo; y así podamos volver a pensar en los problemas de verdad y en las soluciones necesarias, tras una crisis manipuladora que nos ha dejado heridos.
La Constitución está herida y habrá que retocarla, cuando no reformarla con más osadía que una simple actualización. Pero sobre todo hay que replantearse la España actual en clave internacional, asumiendo la globalización y la descentralización de Madrid hacia periferias. No hay otra.
Se habló de un Senado reformado profundamente y con sede en Barcelona. Pero habrá que ir pensando en diversos Ministerios que pueden estar en otras ciudades que no sean Madrid. Pongo sobre la mesa además de a Barcelona, a Valencia, Sevilla, Bilbao, Zaragoza, La Coruña o León.
Ministerios u Organismos de carácter internacional con peso contundente en la nueva España. ¿Por qué no podría estar en Zaragoza el Ministerio de Defensa o el Instituto Cervantes, por poner dos ejemplos? ¿En Bilbao el Ministerio de Industria, en Sevilla el de Cultura, en Valencia el de Transportes o en La Coruña una oficina internaciones de relaciones con Iberoamérica? ¿Es imposible poner en León el Ministerio de Agricultura con otro nombre? ¿Y un organismo de relaciones con Europa si no somos capaces de crear un nuevo ministerio para ese fin, y con sede en Barcelona?
Madrid tiene que dejar de ser el único corazón de España. Y en ese juego de integración de una nueva unión de territorios y sensibilidades hay que saber jugar a futuro y no a pasado. ¿Dónde quedarías las inoperancias en el siglo XXI de unos Ministerios fuera de Madrid? Incluso sería lógico que algunos Consejos de Ministros salieran de Madrid hacia las sedes de los Ministerios que en cada momento fueran receptores de reuniones temáticas. Eso es crear España, que no tiene que ser siempre crear más Madrid.