Un kilo de sal de Ibiza en una bolsa de plástico se puede comprar en la península por 20 céntimos. Pero si la aplicamos el “valor añadido” del marketing creativo la cosa cambia totalmente. De un viaje de Ibiza no te puedes llevar ni de recuerdo ni para regalar a los amigos una bolsa de sal. Algo había que inventar.
Así que si metemos 100 gramos de sal en un frasco de cristal con una etiqueta azul pastel lo podemos vender por 6 euros sin salir de la isla. Hemos multiplicado el valor de venta por 300 y todo por cambiar la presentación y evitarnos el transporte.
Si dejamos en el frasco solo 80 gramos y la añadimos otros 20 de pimentón picante de granel podemos vender la mezcla como sal picante de Ibiza. Y entonces los 80 gramos los podemos vender por 8 euros en las tiendas de Ibiza. Todo es efecto de creernos lo que compramos. El precio es libre.
Ganan los comerciantes, el que fabrican el frasco y la etiqueta y el productor de la sal. Pierdes tú como consumidor.