Las Guerras sociales se han ido transformado en algo muy inteligente, sutil, suave, donde los heridos por arma de fuego amigo casi ni los vemos sufrir. Incluso ahora para matar sociedades ya no es necesario matar personas. Vale con manipularlas. Todo sirve con tal de dominar. Una guerra se hace para dominar. Y si podemos dominar sin destruir edificios o personas, miel sobre hojuelas, más esclavos vivos tendremos.
Se nos avisa desde el poder que las manipulaciones están al orden del día. Advierten de sus mismas armas, nos avisan de que los malos, todos ellos, tienen armas que ahora llamamos manipulación. Bueno, como antes pero ahora les hemos puesto el apellido de Redes Sociales. Incluso nos creemos que son un juego inofensivo.
Nuestros propios amigos nos pueden manipula, y agradecidos, pues son simpáticos y nos hacen RT de vez en cuando. Pueden inventarse mentiras o lo que es peor, pueden viralizarlas que es lo mismo pero con más facilidad para alcanzar el objetivo.
A nuestros amigos no los conocemos, pero son simpáticos y nos dicen lo que queremos oír No nos resuelven nada, pero nos indican el camino. No podemos quedar a tomar una cerveza pues son etéreos, pero nos cuentan cosas que si no nunca sabríamos.
—¿Tu sigues a Pepito, ¡jo! es la hostia.
Así que si un día el tal Pepito, que trabaja para una oficina de marketing de oscuros intereses y en Sevilla nos dice que la crema facial XXX es la hostia…, nos lo creemos. O si nos dice que los rusos están apoderándose de la gasolina para hacer tanques creemos que es posible. O si nos cuenta que el ministro Tararí se entiende con el concejal de su pueblo, y ni lo dudamos.
Hace años eran algunos taxistas los que nos aseguraban en cuanto cogíamos su taxi que el Alcalde de Zaragoza tenía una isla desierta para él solo. Y que él mismo, os lo juro, le había llevaba de putas por varios saraos de la Inmortal. Otros taxistas insistían en que la isla la tenían a medias el alcalde y un Concejal.
Hoy son las Redes Sociales, que llegan más y no hay que pagar la carrera. Y lo curioso es que son nuestros propios seguidores, nuestros amigos etéreos, los que nos manipulan.
—¿Cómo nos van a manipular nuestros amigos si son amigos y nos hace un “me gusta” casi todos los días?