Vivimos tiempos tan curiosos que incluso parecemos alegrarnos porque al final ha ganado la moderación salarial en la Opel de Figueruelas y que se tenga que trabajar los sábados. ¡Han ganado los moderados y la realidad!, ha ganado Aragón, decía algún “desustanciado”. Ha ganado la competitividad de la empresa, para fabricar más barato y tener más beneficios. ¿Hay duda? No, hay silencios.
Nos estamos preparando de cara al futuro a costa de leer la vida de los romanos y griegos, donde unos pocos mandaban con democracia y todos los demás silenciaban con esclavismo. Mandaban unos incluso sobre los silencios de todos los demás, diría otro. Sí, los silencios pueden ser plural, hay grados de silencios.
En las últimas semanas no paran de decirnos —siempre simpáticamente— que los jubilados cobramos más que los que trabajan. Y eso no puede ser, nos dicen sin decirlo, para que no se note lo que quieren hacer.
No se dan cuenta de algo obvio. Si las jubilaciones actuales son más altas, es porque se ha cotizado con sueldos más altos, es decir, que ahora se cobran sueldos muchos más bajos que los que se cobraban antes. Es sabido, en la misma medida en que es negado por los que ahora quieren joder a los jubilados. La indignidad laboral la aceptamos con tal de poder ver Telecinco todas las noches. Y el fútbol…, que no se nos olvide.
Los vecinos de Aragón, los del Este, con razón o sin ella, están aplastados contra la pared del orden. Es decir, del silencio, de ese silencio contagioso que todos cumplen con orden y más silencio todavía. A los de mi generación nos acostumbraron que el orden venía de los curas maestros, los únicos capaces de tirarte de las orejas en clase hasta joderte vivo. ¡Ya lo creo que había orden! Eso o te quedaban como Goya.
Ahora el orden viene mucho más delicado y elegante. Nos acojonan sin tirarnos de las orejas. Lo llaman posverdad, sonríen incluso las ministras cuando te tuercen el morro con sus decisiones. Pero si tuviéramos que votar volveríamos a elegir por la moderación salarial y el silencio, por esa posverdad que nadie quiere entender. ¡Ojo, no nos vayan a prohibir Telecinco! O el fútbol.