Habla o escribe de la enorme importancia de España en Europa, como para que reflexionemos sobre la importancia de lo que nos sucede aquí, y admitamos que es peligroso para Europa. No somos Grecia, somos la cuarta economía de la UE y eso pesa excesivamente como para pensar que todo lo que hacemos mal no tiene un gran valor contagioso y negativo en Europa.
Nuestra vida política, social, laboral o formativa. Nuestra productividad o nuestra capacidad para hacer trampas se disecciona de forma brutal. Somos personas inmersas dentro de una fuerza (casi) invisible que nos mueve hacia una forma social anclada en mediados del siglo XX, y lo admitimos como inevitable.
España no es capaz de ser, mientras no sea capaz de cambiar.