Una de las constantes del sindicalismo de los años 70 y 80 era la solidaridad con los compañeros de clase trabajadora. En aquellos años todos eran considerados trabajadores con similares problemas y se entendía que lo que les estaba pasando a cualquier grupo de compañeros, nos podría pasar al resto en cualquier momento.
Las ayudas y los apoyos eran constantes. A sectores en crisis, a empresas concretas, a despidos o juicios. Los trabajadores sabían que su fuerza era precisamente estar unidos, y en eso los sindicatos sabían trabajar en esa línea, para demostrar fuerza y razones.
No voy a decir que todo esto se ha perdido ahora, no me da la gana quejarme. Hoy al menos. Pero hemos vuelto a una dignidad laboral muy similar a la de los años 70 y en algunos colectivos mucho peor, y si hay duda hablar con los jóvenes y sus contratos de horas o de días. O los motivos variados por los que en la actualidad te pueden decir que no vuelvas a trabajar. Ya ni te despiden. Y no hemos observado, ni por los sindicatos ni por el resto de trabajadores, la palabra solidaridad con la fuerza que tenía en los años 70. Igual es que no la necesitamos.