Mientras escribo estas letras se nos morirán unos 200 niños. Mientras tú lees esto…, se morirán entre 50 y 80 niños según tu rapidez. La de ellos ya no nos importa. Y lo sabemos así todos los días del año, pero no somos capaces de hacer nada.
Tranquilos, no pasa nada. No los conocemos de nada. Son niños anónimos. Nunca los conoceremos. Nuestros problemas son otros. ¡Uff!
Así que si sus padres —pues por cada niño que muere hay o hubo dos padres— ven una luz de salida y la toman y se vienen a este mundo… los miraremos mal.
Pues nosotros, que seguimos siendo idiotas y no queremos ver nada, decimos mientras nos tomamos el café que no entendemos cómo se vienen a nuestro país a vivir de las limosnas en jergones de pisos patera.
Aquí tienen basuras para rebuscar y una Sanidad que no los dejará morir en la calle. Incluso sus niños tendrán que ir a la escuela por obligación.
Es decir, entre nosotros, aquí serán tratados un poco más parecido a como se debe tratar a las personas aunque sea sin derechos humanos de calidad.
Jesucristo, al que adoramos los domingos por la mañana pero no hacemos caso, nos advirtió que hay que tratar a las personas como a hermanos. Aunque sea como los peores hermanos posibles. Casi como cuñados.
Con eso ya…, se salvarían casi todos los 200 niños que se me han muerto mientras escribía esto.
"…y seguiré la lucha en subjuntivo como si pudiera o pudiese."
Tranquilos, no pasa nada. No los conocemos de nada. Son niños anónimos. Nunca los conoceremos. Nuestros problemas son otros. ¡Uff!
Así que si sus padres —pues por cada niño que muere hay o hubo dos padres— ven una luz de salida y la toman y se vienen a este mundo… los miraremos mal.
Pues nosotros, que seguimos siendo idiotas y no queremos ver nada, decimos mientras nos tomamos el café que no entendemos cómo se vienen a nuestro país a vivir de las limosnas en jergones de pisos patera.
Aquí tienen basuras para rebuscar y una Sanidad que no los dejará morir en la calle. Incluso sus niños tendrán que ir a la escuela por obligación.
Es decir, entre nosotros, aquí serán tratados un poco más parecido a como se debe tratar a las personas aunque sea sin derechos humanos de calidad.
Jesucristo, al que adoramos los domingos por la mañana pero no hacemos caso, nos advirtió que hay que tratar a las personas como a hermanos. Aunque sea como los peores hermanos posibles. Casi como cuñados.
Con eso ya…, se salvarían casi todos los 200 niños que se me han muerto mientras escribía esto.
"…y seguiré la lucha en subjuntivo como si pudiera o pudiese."