La pintura debería llenar de sensaciones los espacios cerrados, sean públicos o privados. La escultura los espacios abiertos, casi siempre públicos.
Este es “El árbol de la sidra” en Gijón, una obra con 3.200 botellas de sidra, vacías efectivamente, que se colocó en la orilla del puerto, como un elemento artístico que recuerda a la bebida con más poso en Asturias.
Es una metáfora del árbol de la vida, de cómo hay que cuidar la sostenibilidad de toda actuación urbana para que no se contamine más y de qué forma con objetos cotidianos también se puede hacer arte. Estas botellas son como hojas de un manzano al final de su recorrido vital, una vez que ya ha pasado por entregarnos el fruto y luego por permitirnos construir la bebida, la sidra.
Es una metáfora del árbol de la vida, de cómo hay que cuidar la sostenibilidad de toda actuación urbana para que no se contamine más y de qué forma con objetos cotidianos también se puede hacer arte. Estas botellas son como hojas de un manzano al final de su recorrido vital, una vez que ya ha pasado por entregarnos el fruto y luego por permitirnos construir la bebida, la sidra.