La transformación de la España de los años 70 venía dada por el propio cambio de las sociedades occidentales que iban transformando las industrias y con ello los servicio a la comunidad. Había llegado la televisión en el año 1956 y eso había abierto ventanas nuevas y posibilidades de ver otras sociedades. Y las personas elegían irse hacia esos nuevos mundos distintos al suyo, fuera rural o de otras zonas de España.
En el verano del año 1972 dejaban de circular los tranvías por Madrid, mientras que en Zaragoza desaparecen todos entre 1975 y 1976. La modernidad tramposa va llegando, para convencernos de que estamos a la altura de cualquier otro país. Pero en muchos países de Europa no se quitan los tranvías, se transforman, se cuidan y amplían. Es un mínimo ejemplo de que las decisiones no son iguales entre países y ciudades a la hora a moverse hacia esa presunta modernidad y cambio.
La dos España quedan a partir de esos años más marcadas que nunca. La España de las ciudades y la España rural. Tanta diferencia que la emigración hacia las urbes es brutal dejando vacío el campo y creando un problema de despoblación del que en algunos territorios ni hemos resuelto ni ya podremos resolver nunca.
A eso se une que la actividad primaria se transforma, ya no es necesaria tanta mano de obra, los terrenos se agrupan y muchas veces son adquiridos por grandes familias o empresas, desalojando a los habitantes hacia la ciudad.
Entre 1975 y 1981 podemos ver en estos mapas los polos de atracción de la migración interior, ciudades que todos reconocemos. Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza Valladolid, Alicante, La Coruña, Vigo, Pamplona o Bilbao.
Y puede que nos produzca extrañeza si observamos el mapa de la derecha, que hay zonas claramente receptoras y atractivas para la migración interior (marcados en crema) y no está incluido el País Vasco. Estos territorios tuvieron un auge muy alto antes del año 1975, y bajó notablemente a partir de esta fecha por el fenómeno negativo del terrorismo.
Es curioso comprobar que los movimientos migratorios no siguieron un patrón afín a su propia región o autonomía, y los movimientos siguieron patrones muy diversos.