El número de españoles que tienen miedo a perder su empleo en el corto plazo es todavía del 37% en un final de 2017 en el que ya parece que hemos enfilado la salida de la crisis económica. Pero o es falso esto, o nos hemos encontrado con una legislación laboral que ha vuelto en totalmente voluble el puesto de trabajo.
En un informe realizado por Randstad en 34 países, el 37% de los españoles creen que en los próximos 6 meses van a tener que cambiar de empresa. Estas cifras entre los países de la Unión Europea sólo son superadas por Grecia, donde un 40% creen que sufrirán el cambio de empresa. La media en la Unión Europea es del 25%.
Aun así estos números han mejorado en España en los últimos seis meses, donde sólo creían poder mantener su puesto de trabajo un 32% de los españoles.
Si vemos que Luxemburgo tiene un temor a perder el empleo de un 15%, en Alemania de un 17% y en Francia de un 26%, vemos que los trabajadores españoles estamos en una confianza muy baja en la percepción de seguridad de nuestro puesto de trabajo.
Cuando una economía productiva se basa en una rotación excesiva de sus trabajadores, en puestos de trabajo de baja promoción y poca motivación, con sueldos bajos y una formación requerida muy diferente a la que posee el propio trabajador, el caos productivo está asegurado.
Si a eso le añadimos un tipo de contratos laborales absurdo y con exceso de variaciones y posibilidades que en nada favorecen la seguridad, trabajos en el sector de servicios en muchos casos y además excesivamente estacional, debemos concluir que nuestro mercado laboral y con ello económico, necesita un cambio tan profundo que no es cuestión de una crisis de coyuntura o crisis cíclica, sino en unas modificaciones rotundas en todos los aspectos laborales.