La facilidad de las nuevas tecnologías y sus herramientas, las convierten en juguetes muy fáciles para niños muy pequeños, y se los entregamos para que se entretengan o simplemente para que no nos necesiten. Los niños quedan encantados con las imágenes en movimiento, los colores que cambian, los sonidos que salen de un trozo de plástico. La facilidad total de un entretenimiento pasivo.
¿Es positivo o negativo entregar a un niño una herramienta tan compleja?
Pues depende de su edad. Que los bebés utilicen como un juguete algo tan pasivo, que les puede provocar hiperactividad y nerviosismo, y que en realidad no sirve para aprender a relacionarse con otras personas o con su entorno, es un gran error. No es la edad.
Su adicción es el primero ejemplo que nos debe servir de señal de alarma. Si ya no somos capaces de controlar su uso, si nos lo pide con mucha frecuencia y es el juguete que más utiliza, estaremos en el punto de evitarlo.
En los primeros años, los niños deben jugar con todo, tocar y sentir con los cinco sentidos, y deben estar guiados en sus juegos y no abandonados ante una herramienta. Aunque sea lo más sencillo y útil para los padres.
Con los últimos estudios realizados se recomienda no utilizar los teléfonos móviles como juguetes para niños menores de 8 años. Y hasta los 12 años hay que tener un control familiar de su uso, para que se conviertan en herramientas útiles y no en juguetes pasivos que arrinconan a los niños.