Acabado el invierno, las chimeneas empiezan a descansar en nuestro Pirineo aragonés, aunque sigan manteniendo su esbelta figura, su sentido ancestral de espantabrujas, sus piedras más o menos viejas, conquistando los cielos. Hay elementos pequeños que marcan el diferente urbanismo hogareño de las localidades, y las chimeneas son uno de estos objetos. No se parecen las andaluzas de las aragonesas o vasca, y menos las alemanas de las portuguesas o griegas. Podemos diseñar calles más parecidas que la propias chimeneas, donde nos dejan claro que son en los pequeños detalles donde se encuentra la diferencia en casi todo.