Ayer en la entrega de los 31 Premios Goya se quejaban los actores en público de lo complicado que es vivir de su trabajo para el 92% de sus profesionales. Se nos llenan las carteleras y teatros de los mismos actores y actrices, aupados por productores y directores que quieren apostar sobre seguro. Pero la realidad es que la culpa es nuestra, como clientes, como consumidores. Adoramos a unos pocos a costa de olvidarnos del resto.
El trabajo de actriz y actor depende mucho de esa química que se produce con la cámara y a través de ella con el espectador. Con los que miramos. Y somos nosotros los que sin darnos cuenta cometemos el error de admirar a muy pocos profesionales, aun a costa de verlos un día llorando de amor y a la siguiente actuación matando sin piedad en un atraco, para reírnos a continuación en una comedia suya.
El mundo de la farándula, del teatro, circo, interpretación, declamación y similares, siempre, ha sido duro y mal pagado. Ahora llevamos unas décadas en las que algunos y algunas pocas han podido triunfar por tener en medio la repercusión de la representación de masas a través de la televisión. Pero atrás han quedado muchos actores y actrices, en situaciones muy débiles. No así los productores o directores de escena, que a veces sí han triunfado en sus negocios de teatro, pero arriesgando antes sus economías. Como sucede en cualquier empresa.
Necesitamos como sociedad seguir creyendo que existen artificialmente situaciones de vida que sólo podemos observar a través de la interpretación. Llevamos así miles de años y seguiremos disfrutando de este arte social, de representación de la sociedad. Un mundo de Arte y de artistas.
@Medranica