Llamarse de una forma o de otra, según algunos brujos, tiene una importancia tremenda en la vida de cada persona.
“Marditos” padres que son capaces de lo mejor o de la peor con algo tan simple con ponernos un nombre u otro.
Ahora los podemos cambiar ya de adultos. Lo que no queda claro es si nuestra vida cambiaría por ello.
—Ya no quiero llamarme Miguel y ahora me llamaré Antonio.
Y a partir de este momento, joroba, mi vida es maravillosa, ha cambiado por ir al juzgado Je je je.
¿Nos reímos todos?
Os dejo los datos referidos a las mujeres que se llaman Ricarda.
Ya no hay niñas a las que seamos capaces de ponerles Ricarda. No conozco niñas Ricarda.
Pero es que jodo, son caprichosas, poco responsables y menos naturales, falsas y amantes de las poses, imponen su personalidad, obstinadas, frías, calculadoras y encima les jode parecer inteligentes.
Todo esto se les cura en cuanto se enamoran, pero…, ¿Y si no se enamoran nunca?
Al menos son baratas con los regalos, les gustan los geranios y la lavanda. Vamos…, una maceta y punto pelota.
A mi lo que me preocupa que les parezca vergonzoso parecer sensatas. ¿Qué quieren parecer?…, ¿insensatas? Jo.