Uno de los trabajos más bonitos pero posiblemente más duros mentalmente, es dirigir un departamento de Recursos Humanos, RRHH o como se desee llamar ahora, pues a veces nos creemos que cambiando el nombre a las cosas, las cambiamos de filosofía y de formas. Todo es admisible, aunque a veces no sirva. Pero volvamos al asunto.
Duro pero si te gusta tratar con personas, si tiene capacidades para aguantar el estrés y a veces la dureza de algunas decisiones. Si es así, prepárate bien y no lo dudes, también a veces las gratificaciones personales son muy importantes, pues no todo es negativo.
Debes tener una capacidad casi innata para saber resolver conflictos personales. Se aprende mucho, sin duda, pero debes poseer esa capacidad de ponerse en el lugar de todos, seleccionar, y gestionar, antes y después de tomar las decisiones, que nunca pueden gustar a todos.
Sin duda es un puesto de trabajo donde hay que estar constantemente formándose. Psicología, sociología, comportamiento humano, observación constante de las personas que están en tu equipo para detectar cambios, etc.
Debes saber escuchar muy bien. Escuchar no es sólo oír. Escuchar es actuar después. Escucha, pero analiza con todo lo que tu llevas observado. No todo es verdad, pero puede que haya que añadir tus verdades sobre esas otras verdades. Es tu responsabilidad. Es tu trabajo.
Siempre hay que negociar. Poco o mucho. El reparto del trabajo, de los esfuerzos, de las ideas, los sueldos, las vacaciones, los momentos libres, las calidades, la producción, los controles de calidad, los controles de los tiempos, el funcionamiento de todo el equipo, las diferencias entre los miembros, la formación, la personalización de las motivaciones, los conflictos personales, los chistes, las palmadas en la espalda, las sonrisas. Y muchas más cosas que añado, no son broma. Recuerda que todos somos humanos.
Debes hacer selección de personal. Directa o indirectamente. Es posible que tengas que contratar y también despedir. Eso es muy duro. Pero debes saber hacerlo para que sea lo menos duro posible. La dirección de la empresa espera de tí decisiones que tú no tomarías.
Eso último es lo más duro de todo.
Tendrás que adaptarte a que en realidad no eres tú quien manda sobre todo el equipo, que eres una mera correa de transmisión.
Eso sí, debes saber imponer tus criterios en la veces en que consideres necesario hacerlo. Si estás en ese puesto es porque confían en tí desde la dirección de la empresa. Si es inevitable asúmelo. Pero si es negociable, impón tus criterios o al menos defiéndelos con vehemencia.
Tú también eres importante para los dos lados del equipo.