Muchos sabíamos que tras el verano de 2015 iba a venir a España una nueva etapa política, interesante para aquellos a los que nos apasionan las materias sociales o incluso históricas, pues España iba a entrar en un profundo cambio. Nadie sabíamos con certeza los pasos que íbamos a dar entre todos, las variables que se podrían producir, aunque intuíamos el cambio con claridad.
Estamos a mitad de marzo del 2016, nada ha cambiado y todo está cambiando. Nada para de intentar cambiar y sin duda en algún momento, cuando todo se haya asentado, nos daremos cuenta de la importancia de estos meses, por lo que hayamos construido o por lo que hayamos destruido. Entre todas ellas la esperanza. Caminamos hacia la nada más absoluta, rompemos soluciones y proyectos, seguimos inmensos en una sociedad incapaz de encontrar soluciones a sus problemas. Somos grises y parecemos grises.
Asistimos a la implosión de partidos políticos enteros, que a duras penas intentan sobrevivir con cambios de nombre, con otros dirigentes, con deconstrucciones como si fueran un plato oriental, con refundaciones posibles e imposibles como si se obviara a la sociedad que es quien examina y aprueba o suspende.
Los nuevos políticos, los mismos que abominan de lo que llamaban “vieja política” esos mismos que inventaron (je je je) los círculos, cambian de dirigentes en un sueño, sin preguntar a nadie de los suyos, sin pensar nada más que en “los jefes” y desde “los jefes”. ¿Eso es lo que debemos entender como “nueva” política?
Los nuevos políticos, los mismos que abominan de lo que llamaban “vieja política” esos mismos que inventaron (je je je) los círculos, cambian de dirigentes en un sueño, sin preguntar a nadie de los suyos, sin pensar nada más que en “los jefes” y desde “los jefes”. ¿Eso es lo que debemos entender como “nueva” política?
La mediocridad se está asentando sobre Europa, España y Zaragoza. Incluso sobre el Rabal y sobre mi calle. Todo se está volviendo gris, apagado, taciturno, mentiroso, manipulador y manipulable, triste y ojeroso antes de despertarse. ¿Culpables? Sin duda todos. Tú y yo. Yo el primero, sin duda. Pero la factura nos la traerá el camarero al final de este ágape. ¿alguien piensa que esto es gratis? La corrupción no sale gratis y que tengan que ser los jueces los que nos digan constantemente a los políticos qué debemos hacer tampoco es gratis. Lo dicho, muy apasionante, si no fuera porque a la vez es muy triste ver la decadencia.