19.3.16

Es la decadencia en Europa, España y Zaragoza

Muchos sabíamos que tras el verano de 2015 iba a venir a España una nueva etapa política, interesante para aquellos a los que nos apasionan las materias sociales o incluso históricas, pues España iba a entrar en un profundo cambio. Nadie sabíamos con certeza los pasos que íbamos a dar entre todos, las variables que se podrían producir, aunque intuíamos el cambio con claridad.

Estamos a mitad de marzo del 2016, nada ha cambiado y todo está cambiando. Nada para de intentar cambiar y sin duda en algún momento, cuando todo se haya asentado, nos daremos cuenta de la importancia de estos meses, por lo que hayamos construido o por lo que hayamos destruido. Entre todas ellas la esperanza. Caminamos hacia la nada más absoluta, rompemos soluciones y proyectos, seguimos inmensos en una sociedad incapaz de encontrar soluciones a sus problemas. Somos grises y parecemos grises. 
Asistimos a la implosión de partidos políticos enteros, que a duras penas intentan sobrevivir con cambios de nombre, con otros dirigentes, con deconstrucciones como si fueran un plato oriental, con refundaciones posibles e imposibles como si se obviara a la sociedad que es quien examina y aprueba o suspende. 

Los nuevos políticos, los mismos que abominan de lo que llamaban “vieja política” esos mismos que inventaron (je je je) los círculos, cambian de dirigentes en un sueño, sin preguntar a nadie de los suyos, sin pensar nada más que en “los jefes” y desde “los jefes”. ¿Eso es lo que debemos entender como “nueva” política?

La mediocridad se está asentando sobre Europa, España y Zaragoza. Incluso sobre el Rabal y sobre mi calle. Todo se está volviendo gris, apagado, taciturno, mentiroso, manipulador y manipulable, triste y ojeroso antes de despertarse. ¿Culpables? Sin duda todos. Tú y yo. Yo el primero, sin duda. Pero la factura nos la traerá el camarero al final de este ágape. ¿alguien piensa que esto es gratis? La corrupción no sale gratis y que tengan que ser los jueces los que nos digan constantemente a los políticos qué debemos hacer tampoco es gratis. Lo dicho, muy apasionante, si no fuera porque a la vez es muy triste ver la decadencia.