La decisión final de la CUP no ha sido sorprendente para nadie, tal vez para parte de la propia CUP y para CDC y ERC, que esperaban sentido común de una mezcla de diversas ideologías con metas muy distintas. Era lógico el final, ilógico el esperpento del camino recorrido, absurda la espera, triste el camino que queda por recorrer.
Casi nadie ha mirado con sentido histórico el proceso y el resultado es peor que al principio, lo que complica todavía más las soluciones válidas que sin duda hay que tomar. Es imposible ni tan siquiera pensar que todo puede continuar por inercia, habrá que tomar decisiones complejas sobre Cataluña y para eso se requiere un gobierno catalán de amplia base y que se sienta plenamente representativo. Todo lo demás será intentar escribir sin renglones entendibles.
¿Soluciones?, pues sin duda y por los acontecimientos sucedidos en estos cuatro meses, convocar unas nuevas elecciones en Cataluña, que seguro nos entregará un nuevo escenario político, aunque nadie sabe ahora de qué forma y color. Intentar resolver en tres días con una candidatura absurda y sin Más lo que no se ha realizado antes es tirar más tiendo y energías democráticas. Deben volver a opinar todos los catalanes, pues sus políticos elegidos no han sido capaces de edificar ni una choza. Deben surgir nuevas formas y fuerzas reubicadas, incluso reposicionando a los políticos actuales, pero refrendados por todos los catalanes. ¿Por qué preocupa que vuelvan a opinar y votar todos los catalanes, si han demostrado ser más sensatos con su calma, que los que dicen representarlos?