Surgen otra vez voces, interesadísimas voces y todas desde la derecha aunque alguna sean afiliados al PSOE, que abogan por un “gran” pacto entre PP y PSOE ante el clima de conflicto que se augura con Cataluña. Efectivamente, nadie parece haberse leído ni las hemerotecas ni la historia. Ni es bueno, ni es correcto, ni debe caer el PSOE en tamaña trampa.
España necesita un gobierno muy fuerte, sin duda, un gobierno con miras de futuro, que sepa leer el momento y encontrar el antídoto de una España que además de romperse camina a velocidad de vértigo hacia “la nada”. Pero ese gobierno no es el de la unión del PP con el PSOE. Y sin duda menos lo es el de la unión de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.
Desde hace 12 años (antes también, pero no quiero rebuscar) las posibilidades de acercamiento entre el PP rancio y el PSOE conservador han sido nulas. Se gestionaba (jugaba) en el corto plazo y no se facilitaba la gobernabilidad de nadie hacia nadie. Así es imposible resolver problemas, menos ahora que es cuando más generosidad hay que demostrar, pero desde la inteligencia emocional.
¿Es necesario un Gobierno fuerte? pues hagámoslo, dirían muchos. ¿Pero cómo? Un Gobierno de Unidad Nacional tiene que ser un Gobierno de todos, dirigido por una persona con prestigio, política sin duda, que sepa gestionar los momentos y trabajar con ministros del PP, del PSOE, de Podemos, de Ciudadanos, de IU y de los nacionalistas que así lo deseen.
¿Es posible esto? Si. Sin duda. Políticos con prestigio internacional quedan. Pocos es cierto. Pero quedan. No quiero dar nombres de personas que en el ámbito internacional son todavía hoy muy respetadas y que nunca han sido Presidentes del Gobierno en España.
El PP ha dado muestras de pedir pero nunca de dar. Ahora tiene la ocasión de darse cuenta que los españoles le han infligido una pérdida de votos tremenda y de que gran parte de los actuales problemas vienen de sus políticas absurdas en asuntos tan claves como la crisis mal gestionada que ha creado pobreza desmesurada o el crecimiento inaudito y sin control del nacionalismo catalán. España tiene también por delante una reforma de la Constitución, pues sin esta reforma nada se resolverá. Tiene que modificar sus sistemas laborales y económicos para que no seamos constantemente un laboratorio de parados en cuanto se constipa la economía productiva. Hay que asentar de una vez por todas la educación y la cultura, ponerse de acuerdo en modelos que se mantengan en el tiempo. Hay que realizar una reforma fiscal que evite estas trampas cada vez más fáciles desde asesores más listos que los inspectores.
En fin, hay que hacer unas políticas importantes y “de verdad”, diseñar el madio y alrgo plazo de una España que se nos escapa y que no sean las más fáciles de joder a los pobres que son los que menos se pueden defender. ¿Es sencillo de entender? Pues de realizar también, si la generosidad premia las decisiones. Pero creo que es imposible si el amor al sillón histórico es el que mantiene las expectativas por encima de las necesidades reales de la sociedad.