La política española está como este puente, escondida entre la bruma, sin saber si tiene forma y color, si sirve para algo o está encallado en el pasado, si seremos capaces de cruzarlo y darle sentido o en realidad nos estremece acercarnos a ver qué color tiene. Todos juegan a mentirnos, a incidir tras leer a Maquiavelo, todos se han leído varios libros de ajedrez dialéctico y los libros de los teóricos de la política americana. Se juega a engañar. Los políticos y también muchos periodistas amigos de apoyar o de poner zancadillas.
Hemos entrada en el 2016, así que la primera excusa se nos ha escapado. Ahora todo está despejado para saber o no saber construir el futuro. Y sin duda ya somos muchos los que sabemos el final de este capítulo. Así que por favor, no perdamos mucho tiempo en vaguedades. Aceleremos los proyectos y empecemos a tomar decisiones. Cuanto antes mejor.
Con Mariano Rajoy de primer caballo en la carrera, no hay nada que hacer.
Con Pedro Sánchez vilipendiado entre sus huestes no se gana la carrera.
Con C’s escondido saben ellas que están condenados a esa “nada” que odiaban tanto y a menguar como los caracoles cuando les tocas las antenas.
Con Podemos sin capacidad de ordenarse sobre la suma rara de sí mismo y mandar desde una voz única (o al menos aclarada), vamos a otra nada parecida.
Con IU comida por los pies desde un Podemos potente y chupeteada por la cabeza por un PC caparra, la tenemos jodida, en la UVI y sin ganicas de ponerse transfusiones.
Con unos políticos catalanes (muy importantes en esta partida) que no saben si empatan, pierden o tienen que ir al psiquiatra, la cosa se complica más.
Con un Rey al que le escriben los mensajes lo más tonto de entre los asesores, el camino se nos ve muy azul oscuro. Uff!