El ataque ayer a Mariano Rajoy es un atentado, pues ha sido un brutal golpe de boxeo hacia la sien, buscando tumbar a quien lo recibe. Un menor de edad, perfectamente elegido para esta acción por su preparación en deportes de fuerza y por su edad menor, según queda constancia en las redes sociales, indica que —además de estar preparado por mensajes previos en Twitter— es un ejemplo de lo que nunca debemos consentir ningún político. No tiene nada que ver las diferencias políticas, sociales, culturales o de cualquier tipo que tengamos con Rajoy, que sin duda son enormes. Pero una vez constatado desde hace mucho que se ha perdido el respeto más básico al político de todo nivel, nunca debemos callarnos ante estos actos, pues sólo servirían para aumentar las violencias organizadas. Los tontos que aplauden son de la misma clase que los que son utilizados para ejecutar. Este joven, además de estar en tratamiento psiquiátrico, es un violento tonto y utilizado, que se vanagloria de sus actos.
