Ha dado comienzo la Campaña Electoral para las Generales 2015 que deberíamos llamar 2016 para ser justos y reales. Nunca hemos vivido una Campaña Electoral para unas Generales con
tanta información, tantas posibilidades de interacción, y desde las
primeras elecciones generales tras el dictador, con tantos partidos
políticos en posiciones de salida buenas que pueden configurar un
panorama que nadie hoy se atreve a diseñar. Ni con CIS ni sin CIS.
Una
sustancial parte de los líderes políticos que hoy han comenzado el día
pegando carteles, “sus” carteles, se tendrán que retirar con urgencia o
de forma lenta de esa primera línea que hoy ocupan. Para ellos estas
serán sus últimas semanas como dirigentes políticos con mando en plaza.
Algunos lo saben y otros lo intuyen. Es la ley de la selva política.
La izquierda sale con desventaja
por no haber sabido leer el libro de instrucciones. Sale troceada,
bajando en expectativas, lo que resulta increíble con un gobierno
errático y que sobre todo se demuestra incapaz, una izquierda que no ha
sido capaz que el voto que se cambia hacia opciones políticas nuevas se
logra repartir por igual entre derecha e izquierda. Se me puede decir
que esto es pensar “en antiguo” y en ese caso me puedo reir. En política
llevamos pensando “en antiguo” unos 2.000 años. La derecha y la
izquierda las podremos llamar con el nombre que nos venga en gana o en
moda. Pero siempre serán esas típicas fuerzas antagónicas que mueven los
mundos desde que sabemos mover los mundos.
La decisión de este futuro por el que se nos pregunta es de todas y todos nosotros, y los resultados, sean bueno o malos para España, también será responsabilidad nuestra. Esto es muy hermoso. Pero es también peligroso pues muchas veces no somos capaces de votar con la cabeza, en clave de futuro, desde el positivismo a una opción, sea la que sea, sino más bien “en contra” al resto de opciones. La política es gobernar, es gestionar, es decidir, es seleccionar opciones, y para ello debemos tener en su realización a los que creamos que se acercan más a nuestras necesidades. Quien NO CREE en la política está condenado a sufrirla.