Pedro Sánchez ha perdido los nervios aumentando la voz hasta límites curiosos, en una clara respuesta (equivocada) al debate de Atresmedia. Los gritos no eran contra sus militantes de base, contra sus votantes o simpatizantes. Los gritos eran contra las gentes importantes de su partido que son los que realmente y en silencio le están poniendo la mayor de las zancadillas. Así es imposible ser eficaz en estos momentos tan importantes.
Pedro Sánchez ya ha perdido. Ya lo han perdido. Toca ahora y junto a un cajón donde en Navidad tendremos a varios políticos más de alto nivel, buscar recambios con calma, pues en política nada es urgente, excepto hasta que sea urgente. Y lo digo porque podría darse el caso que estos próximos tres años —que todos imaginábamos tranquilos entre elecciones para asentar opciones y líderes— se conviertan en un periodo nada tranquilo por los propios resultados electorales y con unos pactos muy complicados de mantener.
Pedro Sánchez no ha gozado de un tiempo de calma para edificar su liderazgo dentro de una maquinaria política brutal como es la del PSOE. El peso que tiene que soportar desde sus bodegas le convierten en un político flaco, débil, tembloroso, muy sensible. Pero le queda tiempo todavía, no para ganar votos, si para ganar prestigio personal, si el lunes próximo es capaz de cambiar radicalmente sus formas y comerse con patatas a la anguila de Mariano Rajoy. Aunque lo normal es que este animal escurridizo sepa poner caras y lanzar el “y tú más” constantemente contra Pedro para anularle el discurso.