En el año 2000 la ONU nos advirtió a Europa que de cara al año 2025 necesitamos unos 100 millones de inmigrantes si queremos tener una sociedad capaz de funcionar bien. Europa tiene unos 740 millones de habitantes, y en este año 2015, han llegado aproximadamente un millón de refugiados o inmigrantes escapando de la pobreza o de las guerras. Problema este que nos ha supuesto un drama de incapacidad para encontrar soluciones, diciendo que sólo somo capaces de acoger a unos pocos miles de personas. Aquellas palabras de la ONU nos suenan hoy a otro texto más para el olvido, como muchos que emanan las buenas gentes de la ONU y que nunca luego quieren cumplir los gobiernos.
Todas las sociedades se sustentan ellas mismas en el recambio generacional, en la paz, en minimizar las desigualdades sociales, en tener buenas relaciones con sus vecinos, en un funcionamiento económico justo y no tramposo, en una adaptación constante a los cambios tecnológicos y sociales de las sociedades. Pero en los últimos años parecemos haber olvidado todo esto.
Tenemos menos hijos. No creemos en la Paz sino en nuestra paz. Hay más desigualdades sociales y avanzamos en su aumento. Tenemos conflictos muy serios en el Mediterráneo, es decir, aquí mismo. Nuestra economía ha sufrido el juego de laboratorio para que unos pocos puedan hacerse con más a costa de unos muchos. No somos capaces de adaptar nuestro mercado de trabajo a los cambios tecnológicos y deslocalizado. Nuestro comercio está cada vez más en manos de organizaciones supranacionales que controlan la producción, los precios y por ello los beneficios, no sólo de dinero, sino también de “a donde” deben ir estos y sus correspondientes impuestos.
Nunca sucede nada, hasta que sucede. Y luego con escondernos o decir que es culpa de la casualidad o de la suma de causalidades, nos conformamos y callamos. Somos humanos. Tontos, pero además animales humanos.