No debemos confundir el dar ánimos a un grupo de personas de un equipo…, con el ejercicio de intentar motivarlos. Uno puede llevar a lo otro, pero no siempre.
Son estados de nuestras emociones y predisposición a ser mejores, diferentes, pero que se activan de distinta forma.
Motivar viene de “tener motivos” y de creerlos y crearlos. Es muy fácil animar y mucho más complejo motivar.
Animar es más corto en el tiempo mientras que motivar dura mucho más y es más efectivo.
Nos pueden animar con unas simples palabras, pero para motivarnos necesitamos creer en lo que vemos, en lo que sentimos.
Motivar es fijar objetivos y hacer partícipes a los demás. Animar es intentar sacar un rendimiento puntual mayor en un momento dado.
Quien motiva sabe que esto es complejo de lograr pues a veces tiene que tomar decisiones que no siempre se aceptan con facilidad.
Es imposible motivar si antes no se entrega responsabilidad y libertad de actuación a quien desees motivar.
Para motivar debes lograr que la persona motivada sea bien admitida en todos sus puestos de equipo. La jerarquía de todo el equipo debe ser muy amable y con confianza para que todos se respeten.
Una vez que las personas ya están alimentadas y tienen sus necesidades básicas cubiertas, una vez que todos nosotros hayamos cobrado lo que consideramos necesario por nuestro trabajo, sólo nos queda lograr que nos presten atención y nos respeten.
Y además por este orden.
Y sólo al final es cuando necesitamos además un tiempo libre para poder realizarnos y relacionarnos con toda la sociedad. Es más o menos, la célebre Pirámide de Maslow.