Es muy normal que yo el primero acuse a los empresarios de gran parte de los males que afectan a España. Y todos, yo también el primero, nos imaginamos a los empresarios con la cara de nuestro particular jefe o con la del taller de al lado o la del dueño de una empresa de nuestro barrio.
Desgraciadamente la inmensa mayoría de “los jefes” que realmente han destrozado España no tienen cara ni apellidos. Los pequeños empresarios han realizado errores, sin duda, pero sobre todo han tenido que trabajar en un mercado productivo para el que no estaban siempre bien preparados y con unos condicionantes complicados. Sin duda se han rodeado de aquellos asesores que mejor les han defendido sus intereses, pero los culpables de todo este desastre laboral y económico de España son otros muchos actores que se nos olvida nombrar.
Los banqueros, sin duda han organizado todo un trapo de enormes consecuencias negativas, que tardaremos muchos años en resolver. Por entrar en parcelas económicas que no les correspondía y por manipular jugando en el laboratorio económico que sólo se sustentaba sobre los papeles de los asesores de parte.
Los políticos que han huido y los que han robado. Los primero por ser los primeros en abandonar la política dejando a muchos mediocres al mando de las plazas. Y los segundos por el desmán y el desmesurado acto de usurpación de toda dignidad posible. Ahora quedamos muchos políticos mediocres que nunca deberíamos ocupar mando en calle. Y los que han robado no han tenido medida de sus fechorías, cambiando leyes con la misma velocidad con la que se aprovechaban de esos cambios.
También vosotros, que a bien no supisteis votar mejor, posiblemente porque las alternativas eran todas mediocres o bien por el simple ejercicio en aumento de encerrar la cabeza entre las sábanas. No hemos vivido por encima de nuestras posibilidades como sociedad, aunque es cierto que nos han hecho gastar o endeudarnos por encima de nuestras posibilidades como meros actores que consumen mucho y de forma manipulada, para así estar pillados por los bemoles de tener que trabajar a menor precio. Y en ese ejercicio de manipulación social, ni nos hemos dado cuenta, ni nos hemos sabido defender, ni somos ahora capaces de pagar.
¿Soluciones? Sí, claro. Las que nosotros queramos y sepamos darnos. Somos más, muchos más. Simplemente debemos aprender de nuestros errores y de las formas en las que nos han ido manipulando todos. Por si acaso, me pongo yo el primero. Ahora toca aprender y decidir otra vez. Pero debemos saber que por delante nos espera una década muy dura. Que nadie nos ofrezca un maravilloso futuro a corto plazo, desconfiar de ese. Os está mintiendo. No será fácil salir, pero depende de no creernos a los que nos ofrecen milagros.