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Estimular la curiosidad y la creatividad: ¿debería ser lo habitual en todas las clases?
Si yo tuviera una varita mágica, cambiaría algunas asignaturas en la Facultad de Educación. Falta educación emocional. Y también falta fomentar que los futuros maestros tengan madera de líderes frente a la sociedad, que no se limiten a meterse en la burbuja de las matemáticas o el inglés; ese modelo está obsoleto. Si los maestros son líderes y muestran a los niños cuántas cosas pueden hacer, los niños serán líderes también y tendrán un pensamiento crítico. Hay que enseñarles que ellos pueden dar un paso para cambiar las cosas. No son los adultos de dentro de unos años, ahora mismo pueden actuar, pueden contagiar con sus acciones y pueden ser ejemplo para miles de niños y para las personas que tienen alrededor.
Hace tiempo que voces con mucho prestigio como José Antonio Marina o Claudio Naranjo reclaman más interés por la educación emocional. ¿Por qué cuesta tanto introducirla en las aulas?
Supongo que por la inercia de quienes se encargan de diseñar los planes de estudios. O porque hace falta una mentalidad dispuesta a arriesgar un poco más. Parece obvio que somos emociones y, desde luego, no somos más conocimiento que emociones. Cuando cualquiera llega a su casa, lo que quiere es estar a gusto con las personas con las que vive.
Además de la educación emocional, está muy interesado en que los alumnos puedan expresarse en público...
Sí, para mí la expresión oral es muy importante. Sirve no solo para dar charlas delante de 400 personas, también para expresar las emociones, los sentimientos, los pensamientos, defender los argumentos... A todos nos ha pasado que en algún momento, no nos hemos atrevido a hablar o a actuar ante una injusticia. No entiendo cómo la expresión oral no se estimula más en las aulas. También es necesaria en la Facultad de Educación.