En los últimos tiempos parece que la obligación de los gobiernos europeos sea la de luchar contra los pobres y no contra la pobreza, al revés de lo estipulado.
Molestan los manteros, los inmigrantes, los pobres, los enfermos, los jubilados, los desempleados, los tullidos y los que piden por las calles. Molestan todos los que no son capaces de producir beneficios medibles para los que desde la avaricia quieren más y más.
Eso no es humanismo, eso no es un comportamiento de seres humanos. Mucho menos de aquellos que se dicen seguidores de los filósofos más reconocidos en la religiones que dicen abrazar cuando van a misa o a comulgar. ¿Para qué comulgan? ¿para pedirse perdón ellos mismos? No, pues nunca creen que están haciendo algo mal. Son ciegos de ira y de avaricia.