No hay trabajo, no lo habrá ya nunca en la misma manera a como existía antes de la crisis sistémica. Lo saben y nos lo disimulan. Nos engañan en las encuestas que nos cocinan para hacernos creer que tenemos recuperación, pues los restaurantes están llenos de clientes que SÍ tienen trabajo. La Ministra nos llega a decir que 3 de cada 4 puestos de trabajo son fijos e indefinidos. Todo es mentira, sin dejar de ser verdad. Pero nos quieren convencer (y lo logran) de que ya estamos mucho mejor.
Suman en esa afirmación anterior a los funcionarios de todo tipo, a los trabajadores de las grandes empresas, a los autónomos y a los millones de españoles que efectivamente no han terminado en el desempleo con la crisis. El resto, jodidos. Que también son millones.
Estamos saliendo de la crisis en datos macroeconómicos, que ya es algo y efectivamente podría ser peor. Pero en datos microeconómicos estamos igual de jodidos pues las personas que han tropezado no se logran levantar. Un país que permite que durante seis meses viva una familia de siete miembros debajo de un puente en el centro de Zaragoza (cientas o miles en todos los puentes de España y si hay dudas preguntar en Madrid a los servicios sociales), sin limpieza ni condiciones, sobreviviendo de pedir por el día y de rebuscar en las basuras por la noche, no debe ser considerado un país occidental en el siglo XXI. O tal vez si, y simplemente es que yo no me sepa adaptar.
No es el caso de una familia, son la situación de muchos cientos de ellas sin familia que les tape el drama. Son el caso de miles de jóvenes viviendo de sus padres y con 35 años, el de miles de familias complementando o viviendo de las pensiones de los abuelos. Pero es verdad, mientras tanto las playas están llenas y los restaurantes sin mesas. ¿Y no se puede hacer más, que no sea la acción social, la caridad, la ayuda urgente? ¿Eso es todo lo que se nos ocurre?
Estamos en guerra pero el enemigo sonríe y no lo parece. No morimos de balazos, de momento, sino de necesidad e injusticia. ¿Cuantos millones de jóvenes en España ya no se han podido emancipar cuando les correspondía por ley de vida? ¿Cuanto tiempo tienen que esperar todavía? ¿Cuando pagaremos esa equivocación vital para cualquier tipo de sociedad que nos venden engañándonos como un éxito en la gestión? La mayoría de nosotros, cuando pasamos por encima del Puente de Juan Pablo Bonet, no queremos mirar hacia abajo. Pasamos rápido no nos vayan a pedir limosna.