Una cosa es tener dinero y otra distinta tener billetes. El dinero y los billetes se crean además desde la nada. Más unos que otros, es cierto, pues los laboratorios financieros saben fabricar sensaciones, que es al final lo que representa el dinero hoy. Si hay que prestar a Grecia 100.000 millones de euros es tan fácil como pasarle esos números a unas listas. Si necesita 10.000 millones en billetes es tan fácil como imprimirlos. Tan fácil para Alemania, para el FMI o para el Banco Europeo, pero un drama más para Grecia que tiene que devolver esos números más otros números añadidos que llaman intereses; pero hay que devolverlos en horas trabajadas por los griegos con productos baratos que deben producir y vender.
Se habla de salir Grecia del euro sabiendo que además de imposible no le interesa a la Europa rica. Si sale Grecia pueden pasar dos cosas. Que le vaya bien y otros países copien la idea. O que le vaya mal y nunca pueda pagar su deuda. Queda la tercera opción que es peor todavía. Que se lance en brazos de rusos o chinos y se hagan carantoñas en bases mediterráneas. Cuando un país no tiene dinero para pagar, siempre le queda el recurso de vender territorio, estrategia o posiciones en el mundo.
Queda una opción hablada pero por miedo nunca puesta en marcha. Es crear países que funcionen con dos monedas a la vez. La particular y la general. Andorra durante décadas lo hizo, Argentina sabe mucho de esto. Pero ahora Reino Unido o Suiza también lo hacen, incluso Marruecos ha jugado con esa posibilidad en su comercio y turismo. Una moneda para pagar jubilaciones y sueldos públicos, en todo o en parte, y otra moneda para comprar tecnología o petróleo. Puede parecer un lío pero los que manejan los laboratorios económicos se las saben todas. Cuidado.