Mientras gran parte de IU teme desaparecer si se acoge al abrazo del partido Podemos y todas sus variables, otra gran parte sabe que fuera de una confluencia con todas las opciones de izquierda no solo hace mucho frío sino que los hielos amenazan con terminar con la poca vida en minoría. Por otra parte la mayoría de los dirigentes de Podemos quieren para noviembre 2015 un equipo de toda la izquierda que sea capaz de llenar desde la izquierda los cambios profundos que requiere la vida política en España.
IU no está apagada y si mantienen sus estructuras sabe que tiene poder e influencia, lo que no sabe garantizar es hasta cuando y si con un tamaño suficiente como para no morir asfixiada por las deudas económicas. Casi todos los procesos de enfermedad grave son lentos y por ello saben que o se toman medidas complejas y contundentes o el final parece señalado.
Pero la izquierda en España es mucho más que IU aunque esté diseminada, troceada, incluso enfrentada y sin un rumbo de convergencia claro. Y sin ella todo intento de unir en un solo proyecto la conquista del gobierno para trabajar por las personas desde una economía del bien común, parece imposible. Los programas son muy similares pero los dirigentes son muy distintos.
No es lógico observar la resta o el desmembramiento del voto entre opciones muy respetables aunque parezcan pequeñas como Compromís, BNG, CHA, las izquierdas republicanas, los partidos comunistas, las izquierdas asturianas y castellanas, incluso el CUP o ERC, una vez que ya Equo parece casi integrado en los movimientos de Podemos. Sin restar ni un ápice a la necesidad de que en esta opción de trabajo en común de la izquierda, todo tipo de “mareas” son muy necesarias para apoyar el proyecto, y para eso deben verse claramente representadas todas las sensibilidades ideológicas, que las hay.
La sociedad se ha movido ligeramente hacia la izquierda, pero esto no es eterno, como no lo es que el PP también aspira al centro como hace el PSOE olvidándose del concepto ideológico con el que se fundó. Y la entrada de partidos políticos nuevos que ya son conocidos más que como emergentes como “detergentes” pues sobre todo vienen a reformar y a limpiar, hace que todos asumamos que nada será ya como “antes” si es que ese antes es recordado por alguien. Por eso la confluencia de la izquierda parece inevitable, tras superar la sensación de que parecía muy necesaria.