Tras Zafra entramos en tierras ganaderas: vacas, caballos, ovejas y cerdos ibéricos sobre campos planos y verdes, algunas lomas y muchas menos tierras de labor. Resulta curioso el casi nulo número de empresas por estas tierras, alguna cementera que aprovecha las rocas del paisaje pero casi nada más que no sea sector primario. Carreteras aceptables, amplitud de un paisaje inmenso, dehesas infinitas salpicadas de aljibes o charcas para que la libertad de los animales sea la que les confiere esas carnes tan valoradas. Entre los alcornocales jugamos a encontrar cerdos libres para hacernos a la idea de que en sus bellas piernas conservan oro jugoso y muy caro. Pero los puñeteros no se dejan ver. Si vemos a lo lejos el castillo de Burguillos del Cerro desde donde se dominaban todos estos parajes de Badajoz, tierra que addemás exporta carbón vegetal para nuestras barbacoas.