La primera comida en tierras extremeñas ha sido de las que se dicen típicas en Guadalupe, aunque servido con poca gracia y pero profesionalidad en sala. El precio era muy bajo y se notaba. El vino es una de las penas, a granel es de esos a los que no se les debe añadir gaseosa para no estropear la Pitusa. Pero al menos estaba fresco. El primer plato era una migas extremeñas que son unas migas con sebo acompañadas de medio pimiento rojo asado y unas carnes de puchero, de adobe. Chorizo regular junto a un poco de lomo y una costilleja de cerdo. El resultado muy aceptable. Para segundo una caldereta de cordero con patatas. El cordero es casi mayor pero muy bien cocido y excelente de sabor y textura aunque no en mucha cantidad. Lo que no estaba bien eran las patatas que simplemente eran fritas y añadidas encima, aunque al menos no eran congeladas. El orégano le entrega un sabor potente junto a algunas otras especies pero sin duda el truco está en machacar con ajo unos buenos trozos de hígado del cordero hasta hacer un majado espeso junto a un pimiento morrón y algo de pimentón. Este majado añadido a la hora de cocer la carne es el que le entrega el sabor potente.