Por Medinaceli tenemos siete grados que son el detalle de las alturas, ahora pintadas de verde por los cereales que empiezan a cubrir los campos. El pan nace de verde esperanza, curioso. Es la España alta, la Soria antigua y hermosa, la recia que no abandona sus historias. Ahora eso si, salpicada por molinos blancos de aire que de haberlos conocidos Don Quijote les hubiera dedicado más capítulos. Nunca me ha quedado claro si Don Quijote escribió a Cervantes o fue al revés. Muchas veces los hijos se comen a sus padres.