A las seis de la mañana de un domingo el silencio es atronador. De una docena de bares solo uno está abierto dando carajillos y revueltos. Los cuatro clientes obedientes están en la calle pues necesitan fumar. A estas horas debería estar prohibido no fumar. Desde Zaragoza a Extremadura hay tantos kilómetros que no sé contarlos. Pero los 55 del autobús ya hemos madrugado para no perdernos la excursión. Os iré contando