Las decisiones de IU están llevando a este grupo político a una complicada posición de futuro, por errores tácticos que no supieron ver en estos tres últimos años, abrazados por el espíritu de lo nuevo y convencidos de que la política tenía que cambiar y mucho. Lo curioso es que ambos discernimientos son ciertos, pero como en toda teoría de juegos, además de diagnosticar bien, hay que poner un tratamiento válido.
IU entregó sus posibilidades de futuro a un bebé llamado Podemos que no ha sido capaz -por el momento- de brillar con la energía social que se esperaba en ellos, aunque las primeras velocidades eran tremendamente positivas. Su indefinición servía como estrategia mientras Ciudadanos no tenía aire y Podemos aspiraba a recoger a todos los cabreados posibles que eran mucho aunque muy distintos, pero ahora es una rémora para crear confianza. Incluso su prepotencia de adolescente no ayuda a que los bragados en muchos años de política veamos algo realmente diferente y que además sea creíble, cuando no un engaño populista.
IU siempre ha tenido claro qué es, incluso dentro de sus problemas internos que no le han permitido tomar antes el espacio que le arrebató primero el 15M y luego Podemos. Pero no ha tenido los arrestos para diseñar el futuro, para ser emocionalmente más inteligente, para ser solidaria consigo misma.
La izquierda en general tiene una gran indefinición de planteamientos de futuro. Si tuviera que ponerse de acuerdo en diseñar una sola hoja de ruta no podría. Cree que el orden de los factores no altera el producto final y su ansiedad en lograr todo no le permite diseñar el orden de las cosas. Ve incluso enemigos entre sus contrincantes y su benevolencia con estos es mínima. En la izquierda ser diferente debería ser un lujo que ampliara los conceptos y en cambio se ve como una rémora entre enemigos irreconciliables.
Mientras Podemos se nutrió de un crecimiento rápido con la suma del aumento que ya había iniciado IU más el de los abstencionistas muy cabreados pero sin ideología que empezaban a darse cuenta que estando callados nada se lograría y la incorporación de exvotantes del PSOE desnortados y el PP engañador, todo parecía llevar a un cambio rápido del sistema.
Pero surge Ciudadanos y empieza a rascar votantes de esa bolsa tan heterogénea, los cabreados empiezan a darse cuenta que no siempre ellos son de izquierdas, IU ve peligrar su futuro tras perder todo el crecimiento experimentado y parte de su suelo, mientras Podemos sigue anclado en su indefinición ideológica y lo que es peor, sin dar respuestas a ninguno de los problemas que necesita resolver la sociedad española. Sus ambigüedades son su gran debilidad.
Si el nacimiento de Podemos solo ha servido para hundir a IU habremos hecho un pan como unas hostias. Y volveremos a demostrar desde la izquierda que somos más tontos que Pichote. Este momento es único para mejorar la sociedad. Depende de la izquierda como globalidad social e ideológica. ¿Entenderemos alguna vez que troceados solo damos para un guiso, pero nunca para un plato que asombre?