Leo que cada vez somos más los que intentamos escribir diarios personales. Ya debemos ser como dos o tres. Pero algo me martillea los sesos. No tengo claro si el final de un diario es que no se lea nunca o al contrario hay que escribirlo pulido y abrillantado por si alguien te lo lee. En este segundo caso la censura personal se impone y eso jode. Pero el final de todo escrito es ser leído, al menos por el escritor.
Esta ventana la leen pocas personas, incluso dudo que todos los que lo leen sean personas, pero tal vez lo correcto sería seguir escribiendo sin publicitarlo en las redes para que se lea poco. Ganaría en libertad y perdería en lecturas. Que la verdad, creo que es igual tener diez que una. Con perdón si tú eres de los diez. Así también quien caiga de la locura y se ponga a leerme tendrá la garantía de que su lujo enfermo es mayor pues es menos consumido.
Los diarios en realidad no siempre son diarios, muchas veces son semanales o ratos de ausencia mental que empleamos en interiorizarnos en busca de nuestra basura para limpiarla hacia fuera. Publicarlo es como la acción de vaciar la papelera del ordenador. Te quedas como muy a gusto.