No me pienso subir al carro de los que
critican a Podemos por que los consideran sus enemigos. No lo son míos, e
incluso siendo contrincantes, lo deberían ser de forma positiva. Pero hay
algunas cosas que observo desde dentro —y digo bien— que no me gustan nada.
Ayer hablé del peronismo como peligro para España, pues cada vez lo veo más cerca, dentro todavía de una amplia
distancia que espero no recorramos. Y sin dar datos, incluí mis temores, pues
personas que están dentro de Podemos y sus sucursales sí me cuentan lo que ven
y observan. Un familiar muy cercano abandonó el PSOE por la casi nula participación
y se ha encontrado a un Podemos con un control que le recuerda el de los años
70 y 80.
No es de recibo que en un Círculo zaragozano
salgan temas como el aborto, la propiedad, el acceso a la vivienda, el dragado
del Ebro y la Economía del Bien Común y se orillen con respuestas excesivamente
generalistas. La tendencia que se observa es que en el crecimiento de que no
son ni de izquierdas ni de derechas, caminamos al Partido Único, con todo el
peligro democrático que esto tiene. Y peor es si parte de estar intervenciones
controladoras y nada claras se dan desde políticos muy importantes de la propia
organización Podemos.
No es de recibo que sea “la gente”, las
personas, las que tengan la última palabra en todo. Y decir esto sin explicar bien
resulta sumamente desagradable para mi, pero es cierto. No es de recibo que la
nueva política otorgue el mismo valor a la opinión y votación en Asamblea de un
vecino que al representante de una Asociación de Vecinos. Esto es trampa. Han
acudido a Círculos donde se votan hasta cinco representantes de una Asociación,
que tienen cinco veces más fuerza que el representante de otra Asociación donde
solo acude una persona. ¿Que vayan más sería la respuesta que se obtiene cuando
se habla de esta disfunción?
Mañana se podría dar el caso de que todos
los vecinos de una comunidad de propietarios acudieran a un Círculo a votar que
hay que poner un banco de mármol de Carrara en su puerta, y sacar adelante la
propuesta. Fuera de tonterías, el peligro de otorgar el poder a las personas de
forma individual es que la manipulación es mucho mayor que si se otorga a
instituciones, asociaciones o tejido asociativo.
El populismo está a la vuelta de la
esquina. No es ni bueno ni malo, de entrada. Es otra forma de hacer política.
Pero hay que decirlo con claridad para no engañar a nadie. El 15M no creo que
naciera con la idea del populismo como objetivo. Simplemente por que para
vencer ante los graves problemas que nos acechan se necesita mucho más que
medidas populares tomadas en el calor de una asamblea donde todos opinan y
votan, aunque no tengan la misma información. Para elegir a los representantes
que nos gestionen el país, hay que emplear la democracia, sin duda ninguna.
Pero para elegir el tamaño del Estado, de los impuestos, de las inversiones o
de la relación internacional hay que poner a profesionales elegidos
democráticamente desde listas que organicen —cerradas o abiertas— los que saben
la valía de cada posible candidato.
Sé que estas palabras anteriores están
también a un paso de borrar la democracia pura. Se pueden malinterpretar y soy
consciente. Pero los que vivimos el nacimiento de la democracia, de los
partidos y sindicatos, sabemos bastante de trampas, de manipulaciones, de
zancadillas, de listos y tontos, de energía tirada a la basura, de desencantos,
de discursos que no conducen a la excelencia como sociedad. Cuidado con no ser
capaces de avanzar, pues el retroceso será brutal.