Decir NO es dificilísimo, en serio, tanto que se dice muy pocas veces, menos de las que imaginamos. Y es que sin darnos cuenta, muchos NO nunca se llegan a pronunciar, nos los imaginamos y los asumimos sin que nos lo digan. Es la censura del SI, la pérdida de las posibilidades por miedo.
Decir NO cuesta mucho, así que nos hemos inventado un sistema para decir no sin decir NO. Complejo de explicar pues cada uno de nosotros empleamos un medio técnico, en serio. Muchas veces empleamos el más sencillo. No decir SI. Y todos entendemos que si no nos dicen SI, en realidad nos están diciendo NO. Y no es cierto.
El silencio administrativo lo empleamos todos nosotros para decidir. Si no te digo que SI realmente te estoy diciendo un no con minúsculas, que tú mismo van a interpretar como un NO con mayúsculas. Deberíamos practicar lo contrario. Si no son capaces de decirnos NO hay que tomar el SI y olvidarnos de milongas. En caso de apuro siempre podemos decir que entendimos que nos habían dado el si, pues no habían dicho no. Por si cuela.