Tras saber por boca de la familia Pujol
que no tienen un puto duro, y darnos cuenta que por fin estamos viendo trabajar
a Bárcenas que debe ir cada dos días a la comisaria a firmar lo que se supone
un gran esfuerzo de obediencia, entramos en el Debate del Estado de la Nación
con promesas del más variado pelaje.
Nos tratan como a niños tontos, como literalmente
imbéciles. Nos quieren prometer en estas dos jornadas el cielo feliz, el gozo
libre y la sonrisa tatuada para que no se nos olvide. El caso es prometer con
urgencia pues vienen las elecciones y no se trata de llegar a ellas sin
enmendar aquellas mentiras que no han calado. Hay que ampliar el grado de la
mentira para llegar, pues no están logrando recuperar los votos secuestrados.
Así que veremos a los del bipartido poner caras simpáticas, decir que ahora es
el momento, SU momento, y que tranquilos todos, pues están por y con nosotros.
Sin duda nos toca caer en la trampa, dejarnos engañar
otra vez y aplaudir con las orejas. Nada hay más cómodo que seguir siendo unos
obedientes esclavos de los simpáticos (también) esclavos de los que realmente
mandan escondidos. ¡Snif!