3.2.15

El futuro se escribe de muchos presentes amontonados

En política, ante la historia, solo somos capaces de ver el pasado. No sabemos predecir el futuro por mucho que aparentemos que lo intuimos o lo adivinamos, que lo vamos a construir. O bien nos lo decimos para darnos ánimos o bien para engañar —muchas veces sin querer— a los que nos escuchan.

El futuro histórico, es decir el futuro social que escribimos con la política, no lo sabemos, no lo podemos intuir. A lo sumo, intentamos escribir el futuro desde el presente, y según nuestras ideas, nuestras ideologías, nuestros proyectos. Lo intentamos, pero nada más. 

Creemos en el futuro, decimos que lo conocemos y que lo vamos a edificar, pero dependemos de excesivos condicionantes que no sabemos dominar. Nadie puede predecir, si acaso jugar a ello.

Todos intentamos lo que creemos mejor para nuestra sociedad. Pero lo intentamos desde ideas completamente diferentes, lo que resulta curioso. 

Todos creemos tener razones, incluso “la razón”, pero todos partimos de ideas muy distintas. Todos creemos que con nuestra razón vamos a beneficiar a la mayoría de la sociedad posible, incluida aquella que precisamente cree salir perjudicada. Curioso pero real.

Pero no todos tenemos razón y eso explica todo. Razonamos nuestras decisiones, creemos en nuestra ideología, estamos convencidos de tener la razón, pero curiosamente al haber varias opciones, siempre hay mayoría que piensa que estamos equivocados. Son “los otros”.

En este inicio de siglo ya muy utilizado estamos entrando en un cambio. Estos cambios son cíclicos, son normales, son necesarios incluso. Este cambio no solo está afectando a España, también a Europa, a un mundo globalizado, a una América que va cambiando, a un África cabreada por el hambre, a una Asia que está despertando. A todos. 

El cambio social y cíclico cuando se produce es largo y además profundo. Tanto, que se intenta muy profundo para que afecte y cambie lo menos posible. Cuanto más profundo, cuantas más vueltas dé, menos cambios producirá. 

Y en la mayoría de los casos los que tienen el poder no quieren cambios, pues simplemente quieren seguir teniendo el poder.

Si quieres que no cambie nada, lo mejor es cambiarlo todo. La teoría de la vuelta al punto de partida. 

Pero lo cierto es que una vez que todo se mueve, ya deja de existir el punto de inicio, se pierde y se crea otro. Y sobre todo nace un punto de meta, un lugar de llegada al que otros nuevos y muchos intentan llegar con nuevas ganas.

No somos capaces de escribir el futuro, si lo intentamos. Pero sí somos capaces de escribir el futuro si simplemente cumplimos con nuestra obligación de ir escribiendo el presente constantemente

El futuro se escribe de muchos presentes amontonados.