Todos hemos oído hablar del efecto placebo, en el que el doctor sin que nosotros lo sepamos nos receta una medicación que no contiene ningún producto químico importante para nuestra enfermedad, pero que en cambio funciona y nos cura. O no nos cura, pero esa es otra.
No para todo tipo de enfermedades o trastornos encaja que nos puedan recetar placebos, faltaría más, aunque es cierto que la homeopatía se parece mucho al placebo y es además mucho más cara. ¿Pero realmente curan los medicamentos placebos? ¿Y por qué?
Pues en realidad SI que curan. Es decir, la nada (en apariencia) también cura o al menos mejora el problema, la enfermedad. Hay que recordar que el cuerpo humano, él mismo, es la mejor medicación posible. Estamos preparados para curarnos si nuestra dolencia es leve o soportable. Un enfriamiento sin nada se cura en siete días y con medicación en una semana.
Pero además está el efecto tranquilizador del propio médico, que ya nos ha visto y ha descartado problemas graves. Y el estar convencidos de que en realidad estamos tomando una medicación que funciona perfectamente. No somos tontos, simplemente es que estamos dejando a nuestro cuerpo que trabaje y le estamos ayudando además con el convencimiento de que vamos venciendo a la enfermedad o al trastorno.
Diríamos sin duda que hace más contra la enfermedad un placebo si el enfermo está convencido de poder vencer a la enfermedad, que un buen medicamento si el enfermo está convencido de que no le está haciendo nada y la enfermedad se le está apoderando. No es sugestión, es poner o no poner todo nuestro potencial natural a luchar contra el enemigo.
Ojo con el efecto placebo. NO cura las enfermedades graves. Ninguna. Y no se trata con medicación placebo las enfermedades graves. Pero en cambio en muchas psicosomáticas si que funcionan bien, y lo importante es si realmente ayudan al enfermo contra su trastorno. Sea medicina tradicional, homeopatía, acupuntura, sales de baño o arenas movedizas. Recordemos que en sanidad, en salud, constantemente se está avanzando y que dentro de 200 años se reirán de nosotros y de nuestras técnicas curativas, pues ellos ya tendrán otras bien distintas.